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¿Comparación constructiva o disputas infinitas? Los secretos para discutir de manera saludable

Discutir no necesariamente tiene que doler: hay formas de transformar incluso los conflictos más acalorados en momentos de escucha, empatía y crecimiento, es suficiente conocer alguna técnica simple y aprender a ver al otro no como un enemigo, sino como un aliado

Hay momentos en los que parece imposible evitar una disputa. Un tono incorrecto, una palabra demasiado, una puerta que termina fuertemente. Pero argumentar no es siempre y solo negativo: depende de como lo haces. En las relaciones familiares, entre amigos, en el trabajo o en parejas, se discuten puede convertirse en una herramienta preciosa para el crecimiento, si aprendemos a hacerlo con respeto y conciencia.

El punto no es evitar ningún desacuerdo, sino Transformar el conflicto en una oportunidad para un diálogo realcapaz de fortalecer los enlaces en lugar de destruirlos. Para hacer esto, debemos abandonar la idea de la disputa como un choque y comenzar a verlo como una comparación.

Al discutir los desgaste y cuando ayuda en su lugar

Saber cómo distinguir entre una comparación y una disputa destructiva es fundamental. A comparación constructiva Está hecho de escucha activa, palabras elegidas con cuidado, silencios que no son paredes, sino que se detienen de reflexión. Las diferencias son bienvenidas, no denegadas. Las emociones expresadas, no reprimidas. Nadie gana y nadie pierde: estamos buscando una solución juntos.

Por el contrario, el pelea tóxica Tiene otra energía: aumenta su rumor, nos detenemos, usas tonos acusadores, te rindes al sarcasmo, la ira. El problema se vuelve secundario; En el centro, orgullo, frustración, el deseo de “haber ganado”. Entras en un círculo vicioso en el que cada discusión siempre parece igual, sin una salida.

Entonces, ¿cómo no caes en estos esquemas?

Estrategias diarias para discutir de manera saludable

Escuchar sin interrumpir Es quizás la forma de respeto más radical que podemos ofrecer al otro. Parece trivial, pero es una de las cosas más difíciles. Cuando realmente escuchamos, sin prepararnos para responder o contrarrestar, creamos un espacio en el que el otro también se siente bienvenido.

También es fundamental Hablar de primera mano. Decir “Me siento herido cuando esto sucede” es muy diferente de “siempre me lastimas”. La primera forma se abre al diálogo, el segundo cierra todas las posibilidades.

Otra estrategia simple pero poderosa es hacer una pausa en momentos en que se eleva la tensión. Detente, sal de la habitación, respira. No está huyendo, es elegir volver a la comparación con la mente lúcida y el corazón abierto.

Finalmente, no olvidemos el lenguaje no verbal. El tono de la voz, la mirada, la postura. Se comunican más de las palabras a menudo. Y pueden apagar un fuego o alimentarlo.

Argumentar bien no es cuestión de suerte. Es una práctica. Y como cualquier práctica, requiere compromiso, presencia y deseo de mejorar.