Durante años repitieron que comer queso antes de irse a dormir podría traer sueños extraídos o pesadillas. Y si hasta ahora podría haber parecido solo una leyenda metropolitana o el fruto de la imaginación popular (como en la famosa tira de Winsor McCay Sueño del Demonio de Rarebitdesde 1904), hoy es la ciencia la que confirma que tal vez había algo cierto.
Un estudio publicado en Fronteras en psicología Y realizado por un equipo de la Universidad de Montreal, dirigido por el Dr. Tore Nielsen, de hecho ha descubierto un vínculo concreto entre algunas intolerancias alimentarias, en particular la lactosa, y el aumento de los sueños inquietantes.
El resultado? El queso, pero también los dulces y los alimentos picantes, si se consumen antes de acostarse, realmente puede influir en la calidad del sueño y el contenido de los sueños. Y el culpable podría ser nuestro intestino, en estrecha diálogo con el cerebro.
Cómo la comida de la noche puede convertirse en una pesadilla nocturna
Para llevar a cabo la investigación, el equipo recopiló y analizó los datos de 1.082 estudiantes universitarios, investigando los hábitos alimenticios, la sensibilidad a ciertos alimentos, la calidad del sueño y el contenido de los sueños. Los resultados son claros: aproximadamente un tercio de los entrevistados dijeron que a menudo sufren pesadillas, mientras que el 40% notó una correlación entre los alimentos y el sueño. Más específicamente, el 5.5% identificó los alimentos precisos como la causa de los sueños inquietantes.
Entre los alimentos bajo acusación, sorprendentemente, el queso no era el principal sospechoso: en primer lugar, hay dulces, seguidos de productos lácteos y platos picantes. Sin embargo, los investigadores observaron que aquellos que son intolerantes a la lactosa tienden a hacer sueños más negativos y pesadillas recurrentes.
¿La razón? Sería trastornos gastrointestinales (hinchazón, gas, calambres) para influir en la calidad del sueño, alterarlo y transmitir sensaciones desagradables al cerebro, que las reelabora durante la fase REM.
Como explica el Dr. Nielsen, Jefe del Laboratorio de Dream & Nightmare del Hospital Sacro Cuoreal de Montreal:
La gravedad de las pesadillas está estrechamente asociada con la intolerancia a la lactosa y otras alergias alimentarias. Estos datos sugieren que, para las personas con cierta sensibilidad, cambiar los hábitos alimenticios nocturnos podría reducir las pesadillas.
Un análisis estadístico más avanzado ha confirmado eso, pero las consecuencias físicas que produce en aquellos que no lo digieren correctamente. En resumen, si eres intolerante a la lactosa y haces un refrigerio al queso antes de dormir, podrías despertar en medio de la noche después de una pesadilla. El problema, por lo tanto, no es el alimento como tal, sino cómo reacciona su cuerpo a él.
No solo productos lácteos
La investigación también reveló otros aspectos interesantes. Los postres, como pasteles y galletas, se han asociado con mayor frecuencia con sueños o pesadillas extrañas que los quesos. Los alimentos condimentados a menudo se han mencionado entre las causas de los sueños inquietantes.
Pero no es solo una cuestión de Qué Comemos: incluso cuando afecta. Comer tarde en la noche, especialmente sin una sensación real de hambre, se asoció con una mayor incidencia de sueños negativos. Por el contrario, aquellos que tienen el hábito de la cena temprano y la luz tienden a recordar sueños con mayor claridad, y a menudo están menos llenos de emociones negativas.
Otra figura curiosa se refiere a la nutrición consciente: aquellos que escuchan las señales de hambre, evitan la alimentación emocional y consumen más frutas, verduras y tés herbales, han informado un sueño más pacífico y sueños más pacíficos. Por el contrario, aquellos que tienen un estilo de comida desordenado, con abundantes cenas y pocos alimentos vegetales, han informado de un sueño perturbado y pesadillas frecuentes.
Obviamente, los autores de la investigación advierten contra conclusiones apresuradas: la correlación no necesariamente significa causa. Todavía no está claro si es alimento influir en los sueños o si son otros factores, como el estrés o las emociones, afectar tanto la dieta como en el sueño.
El vínculo entre el intestino y el cerebro es real
En los últimos años, la ciencia ha confirmado que el intestino y el cerebro se comunican constantemente, gracias al eje del intestino-cervello. Esta conexión explica por qué los trastornos gastrointestinales (como el síndrome del intestino irritable, el SII) también pueden influir en el estado de ánimo, el ciclo del sueño e incluso los sueños.
Algunos estudios han observado que una dieta antiinflamatoria, como la mediterránea, puede ayudar a reducir la frecuencia y la intensidad de las pesadillas, especialmente en sujetos que padecen TEPT (trastorno de estrés postraumático). Según Nielsen, esto podría abrir nuevos caminos en la prevención de los trastornos del sueño a través de la alimentación.
El investigador subraya que durante años los periodistas le han preguntado si realmente existe un vínculo entre comida y sueños: ahora, finalmente, tenemos evidencia concreta. El siguiente paso será realizar estudios controlados en los que se analizará el contenido de los sueños después de comer, por ejemplo, los quesos en comparación con los alimentos neutros. Solo entonces tendremos una respuesta definitiva.
Mientras tanto, si hace una pesadilla después de una merienda nocturna basada en postres o productos lácteos, no está solo: podría ser su intestino que envíe un mensaje al cerebro. Y los sueños, aparentemente, escuchan.