Hablar con hijos adultos y apoyarlos cuando están en dificultades no es una tarea sencilla: estas son las preguntas que se deben evitar para evitar el riesgo de dañar la relación para siempre
Especial fotovoltaica hogar: cómo ahorrar con energía solar
La relación entre padres e hijos es complicada en todas las edades, pero cuando los niños crecen lo son un poco más: si durante la infancia y la adolescencia los niños siguen dependiendo de la autoridad paterna, aún no son autónomos y son capaces de asumir grandes responsabilidades, cuando se convierten en adultos el juego cambia.
Sin casi darse cuenta, los padres noSe encuentran tratando con hombres y mujeres con mentalidades e ideas muy diferentes a las suyas. – a veces diametralmente opuestos, que tienen responsabilidades y a veces una familia propia.
Ya no se trata de niños pequeños a los que hay que acostar todas las noches, sino de personas iguales con las que podemos interactuar en 360°. Entonces, ¿cómo comportarse si un hijo adulto se encuentra en un momento de dificultad o crisis?
¿Cómo podemos ayudarle y apoyarle haciéndole sentir el amor de un padre, pero sin asfixiar al mismo tiempo su individualidad?
Insistir con preguntas encaminadas a investigar el estado de su plan, o tus intenciones para el futuro, o el progreso que has logrado en tu carrera, ciertamente no ayuda. Así que evitemos preguntar:
También continúa Juzgar negativamente las elecciones personales o laborales tomadas por el niño.implicando que hay algo que no hizo (o que podría haberlo hecho mejor o diferente), es dañino. Preguntas como:
al final es mejor evitar la confrontaciónestéril y un fin en sí mismo, con otros hermanos o compañeros que han tenido un logro personal y profesional más satisfactorio, porque esto sólo aumentaría la sensación de malestar y frustración:
Pero también compárate contigo mismo:
Comparar su propia experiencia con la de su hijo adulto puede ser menospreciador y no tener en cuenta las diferencias de contexto y situación.
Si bien tiene buenas intenciones, esta frase puede parecer condescendiente o devaluar su capacidad para encontrar soluciones por su cuenta.
Las consecuencias negativas de las presiones ejercidas sobre el hijo adulto
El hijo adulto ya no es un niño, sin embargo la figura paterna siempre es mirada con respeto y de alguna manera temida: no importa la edad que tengamos, siempre estaremos influenciados por las palabras de nuestros padres y su juicio (para bien o para mal). para mal).
Por eso, hacerle a un hijo adulto las preguntas equivocadas (incluso con las mejores intenciones) Se vuelve como un boomerang que se vuelve contra los padres. y daña irreparablemente la relación.
Un niño que es sometido constantemente a críticas y cuestionamientos por parte de sus padres comenzará a dudar de sus capacidades, a subestimar la importancia y el valor de sus proyectos e incluso a renunciar a sus sueños.
Además, la presión percibida para satisfacer las expectativas de los padres puede llevar a una aumento del estrés y la ansiedad del niño que ya se encuentra en dificultadesque comienza a sentirse incomprendido o inaceptado.
Finalmente, la presión excesiva de los padres. puede influir negativamente en la toma de decisiones de los niños: Cuando un niño se siente presionado, puede tomar decisiones basadas en expectativas externas en lugar de sus propios valores e intereses, o puede renunciar por completo a tomar decisiones.
Cómo comunicarse de forma más constructiva
Para comunicarse de manera más constructiva con un hijo adulto que está pasando por un momento difícil, es importante crear un clima de escucha y comprensión. Mostrar empatía, evitar juicios o soluciones impuestas, es el primer paso para ofrecer un apoyo real.
Empieza por demostrarle que estás ahí para él, con palabras que transmitan cercanía y disponibilidad.
Puedes decir algo como: “Sé que estás pasando por un momento difícil y quiero que sepas que estoy aquí para escucharte”.
Esto ayuda a crear una sensación de seguridad y apertura, fomentando el diálogo.
Cuando hable, trate de mantener un tono que exprese confianza en su capacidad para afrontar el problema.
Frases como: “Creo en ti, sé que encontrarás una salida a esto y estoy aquí para apoyarte si lo necesitas” puede infundir coraje sin ser intrusivo ni paternalista.
Evite ofrecer consejos no solicitados o restar importancia a su situación. En su lugar, haga preguntas que le ayuden a pensar en sus opciones, como: “¿Hay algo que pueda hacer para ayudarle? o “¿Cómo crees que puedes afrontar esta situación? Puedo ayudarte a entender qué hacer”. Este enfoque le da espacio para expresarse y tomar control de sus decisiones, sabiendo que cuenta con su apoyo.
Finalmente, asegúrate de comunicarte con respeto y calma, mostrando siempre que tu objetivo es ayudarlo a sentirse comprendido y apoyado. Lo importante es que perciba tu apoyo como una fortaleza y no como un intento de control o crítica.