La eliminación de los cadáveres de ciervos después de la matanza selectiva de estos animales en Escocia, que se lleva a cabo principalmente para evitar el pastoreo excesivo, está eliminando cientos de miles de kilos de nutrientes vitales del medio ambiente cada año, lo que podría socavar la recuperación del hábitat, según un nuevo estudio publicado en la revista British Ecological Society. Soluciones ecológicas y evidencias.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Edimburgo y la Universidad de Yale cuantificó las pérdidas anuales de nutrientes derivadas de la eliminación de los cadáveres de ciervos utilizando informes de sacrificios a nivel nacional en Escocia. Los investigadores estiman que cada año se pierden en Escocia 251.188 kg de calcio, 195.652 kg de nitrógeno y 152.834 kg de fósforo.
Kristy Ferraro, candidata a doctora en la Escuela de Medio Ambiente de Yale y autora principal de la investigación, afirmó: “Nuestro estudio cuantifica un aspecto importante, aunque pasado por alto, de la gestión actual de los ciervos en Escocia. Demostramos que la práctica predominante de retirar los cadáveres de los ciervos tiene un coste para los ecosistemas, ya que agota los nutrientes esenciales, lo que podría tener amplias implicaciones para la recuperación de los ecosistemas”.
De los tres nutrientes analizados en el estudio, la pérdida de calcio fue considerada como la que tuvo mayor impacto ambiental, ya que la matanza de ciervos priva a la tierra de más calcio que la cría de ovejas. Los suelos con bajo contenido de calcio pueden obstaculizar la regeneración de los bosques tanto comerciales como nativos y también pueden tener efectos secundarios para las aves, cuyo espesor del caparazón disminuye en entornos con bajo contenido de calcio.
Los paisajes de Escocia ya se consideran pobres en nutrientes, lo que puede limitar el crecimiento de las plantas en hábitats importantes como los bosques en regeneración. Para combatirlo, gran parte de Escocia recibe tratamientos con fertilizantes.
Además de reciclar nutrientes, los cadáveres aportan otros beneficios al ecosistema, como ser una fuente de alimento para pequeños depredadores como las martas. También se ha demostrado que los cadáveres distraen a los depredadores de los nidos de las aves que anidan en el suelo, como los urogallos, durante la temporada de reproducción.
El coautor Chris Hirst, candidato a doctorado de la Universidad de Edimburgo, afirmó: “Los resultados de nuestro estudio exigen que los administradores de ciervos reconsideren las prácticas actuales e integren enfoques que conserven una proporción de cadáveres de ciervos dentro de los ecosistemas. Si bien analizamos específicamente los nutrientes y no evaluamos otros impactos ambientales de los cadáveres ni hacemos un juicio de valor sobre el sacrificio de ciervos, nuestros hallazgos ayudarán a orientar las recomendaciones basadas en evidencia para la gestión de ciervos y nutrientes a fin de proteger mejor los planes de Escocia para la recuperación de ecosistemas a gran escala y la gestión sostenible de la vida silvestre”.
Los investigadores proponen dos soluciones para retener los nutrientes de los cadáveres de ciervos en el medio ambiente. La primera es que los cadáveres de los ciervos sacrificados se dejen en el mismo lugar donde cayeron. “Por supuesto, esto plantea cuestiones prácticas sobre dónde es adecuado dejar los cadáveres”, dijo Ferrero. “Tenemos que considerar el acceso público a la zona y mantener los cadáveres alejados del ganado y de los cursos de agua. A pesar de esto, hay numerosas áreas de bosques densos y de campo abierto en Escocia que podrían servir como lugares de implementación inicial”.
Una solución alternativa es reducir el número de sacrificios y permitir que los ciervos mueran de forma natural en el paisaje. Una forma de hacerlo y al mismo tiempo controlar el número de ciervos es la reintroducción de depredadores naturales. Ferrero afirmó: “Mediante la depredación, tanto los cadáveres consumidos como los que quedan en el suelo quedarían en el ecosistema. Además, debido a la forma en que cazan los depredadores, también crearían heterogeneidad en la distribución de los cadáveres en el paisaje, creando puntos calientes de nutrientes que serían difíciles de reproducir para la caza humana”.
En Escocia, las poblaciones de ciervos se han gestionado activamente desde 1959, principalmente para controlar el ramoneo. En la actualidad, las cuatro especies de ciervos salvajes presentes en Escocia (ciervo común, corzo, gamo y ciervo sika) se consideran sobreabundantes.
Para cuantificar la cantidad de nutrientes que los sacrificios de ciervos y la eliminación de cadáveres están extrayendo de los entornos escoceses, los investigadores recopilaron datos de sacrificios de ciervos rojos, corzos, gamos y sika entre 2010 y 2022, utilizando datos proporcionados por NatureScot y datos ambientales de Space Intelligence. Luego combinaron las cifras de sacrificios con la masa promedio de cada especie de ciervo y calcularon el fósforo, el nitrógeno y el calcio presentes en estos.
Los investigadores advierten que sus hallazgos son sólo estimaciones y que no pueden evaluar directamente cómo afecta la eliminación de los cadáveres de ciervos a los ecosistemas. Para ello, se necesitarán experimentos futuros que analicen la descomposición de los cadáveres y las características ambientales.
Ferrero añadió que “nuestras estimaciones probablemente subestiman las pérdidas reales de nutrientes porque los registros oficiales de sacrificio de ciervos en Escocia no incluyen todos los casos de ciervos sacrificados o todas las muertes de ciervos. Por ejemplo, varios miles de ciervos mueren cada año en colisiones de vehículos”.