En 1971, en Texas, David Vetter salió a la luz, destinado a ser conocido como el primer y más famoso bolla infantil. Desde el nacimiento, fue diagnosticado con una forma grave de SCID (síndrome de inmunodeficiencia de combate severo), una enfermedad genética rara que evita que el cuerpo produzca linfocitos T y B, dejándola completamente sin defensas contra virus y bacterias. Incluso una simple influencia podría haber sido fatal para él.
Una vida en aislamiento total
Para protegerlo, los médicos decidieron hacerlo vivir en una sala de plástico estéril, donde cada objeto, desde alimentos hasta juguetes, fue sometido a largos procesos de esterilización. Los padres solo podían tocarlo a través de guantes fijos a las paredes de la estructura. A pesar de esto, dentro del Bolla David tenía un espacio para estudiar, tocar y ver televisión, tratando de mantener una vida diaria lo más normal posible.
En 1977, la NASA diseñó un traje protector especial para él, similar al de los astronautas, conectado a la burbuja a través de un tubo. Esto le permitió salir en raras ocasiones sin riesgo de contaminación, pero las dimensiones y la ansiedad vinculadas a los gérmenes limitaron su uso muy pocas veces. La conciencia de la condición de uno y la distancia física de los demás influyeron profundamente en su pozo psicológico.
La esperanza de trasplante
La única posibilidad de atención definitiva parecía ser un trasplante de médula ósea de un donante compatible. En 1983 se intentó usar la médula de la hermana. Inicialmente, la operación parecía exitosa, pero después de unos meses, David comenzó a estar seriamente encantado: la médula trasplantada contenía trazas del virus Epstein-Barr, que desencadenó un linfoma de Burkitt. La enfermedad lo llevó a muerte en febrero de 1984, con solo 12 años.
Herencia científica
El caso de David tuvo un gran impacto en la investigación médica, lo que condujo al desarrollo de protocolos de diagnóstico e innovaciones tempranas, como la terapia genical para algunas formas de SCID. A partir de 2016, para la variante ADA-Scid, el tratamiento aprobado está disponible en función de la corrección genética de las células madre de la médula ósea, ofreciendo a muchos niños lo que David se negó: la posibilidad de una vida normal.