Una nueva decisión del Tribunal Federal suizo requiere que una empresa basada en plantas cambie el nombre de sus productos, reavivando el debate sobre la carne que suena en Europa
También En Suiza, productos basados en plantas Ya no se pueden comercializar con nombres que retiran directamente las especies animales. Esto fue establecido por el Tribunal Federal suizo, que aceptó la apelación del Departamento Federal del Interior contra la Compañía Zurighese Alimentos plantadosfabricante de sustitutos de carne basados en proteínas vegetales.
La medida judicial canceló una decisión previa del Tribunal Administrativo de Zúrich, quien había considerado la redacción como “Plantado.“,”Como pollo“O”Como carne de cerdo“Sin embargo, se considera imaginativo y no engañoso. Sin embargo, la mayoría de los jueces del Segundo Tribunal de Derecho Público han revocado esa posición: según la nueva oración, de hecho, estos términos son engañosos para el consumidor y no pueden usarse para productos que no contienen ingredientes de origen animal.
En la base de la decisión, existe el deseo de evitar la confusión de los consumidores, una motivación que a menudo regresa a los debates llamados Suena de carneo el uso de palabras típicas del mundo carnívoro para promover productos vegetales. Los jueces suizos enfatizaron que la referencia a los nombres de los animales no puede ser admitida, incluso si en contextos claramente vegetales, porque esto puede sugerir correspondencia directa con el animal original.
Según los jueces, estas etiquetas no están diseñadas solo para vegetarianos o veganos, sino también para omnívoros curiosos. Precisamente por esta razón, combinar la palabra “pollo” o “cerdo” a un producto libre de carne podría inducir, creando expectativas engañosas sobre la naturaleza o el sabor del producto.
Sin embargo, los nombres que se refieren a la preparación o forma culinaria todavía están permitidos, como “salchicha de lentejas”, “en rodajas de cereales” o “filete de soja”, siempre que el origen vegetal de la comida esté claro.
Los precedentes y la situación italiana
La pregunta no está aislada en absoluto y el caso suizo podría crear un precedente adicional incluso a nivel europeo. En Francia, por ejemplo, un decreto de 2022 había prohibido el uso de términos como “bistec” o “salchicha” para productos basados en plantas, pero la medida fue suspendida temporalmente por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que solicitó más aclaraciones sobre el riesgo de confusión para el consumidor.
En Italia, la batalla contra el sonido de la carne se ha convertido en un tema político. Una ley buscada por la liga y los hermanos de Italia prohíbe explícitamente el uso de nombres referibles a la carne para productos vegetales, y ha atraído las críticas de la Unión de Alimentos Italia y muchas asociaciones en el sector, que hablan de obstáculos a la transición de alimentos sostenibles y la libertad de comunicación comercial.
Por otro lado, la línea de Dinamarca es diferente, lo que ha optado por no limitar la terminología de los productos basados en plantas y ha lanzado un plan de transición nacional hacia la nutrición de las plantas, considerando estratégico para reducir el impacto ambiental del sistema alimentario.
Una cuestión de lenguaje, identidad y futuro de la comida.
El nodo central de esta disputa es el lenguaje, que nunca es neutral: definir un producto como “filete de vegetales” o “pollo a base de plantas” no solo sirve para describirlo, sino también para posicionarlo en el mercado, para recordar una tradición culinaria, establecer un puente con los consumidores en transición a dietas menos impactantes.
Limitar el uso de estos nombres podría hacer que la comunicación y la difusión de productos alternativos sean más difíciles, desacelerando un cambio de alimentos que muchos expertos consideran crucial para enfrentar la crisis climática.
Al mismo tiempo, la claridad y la transparencia hacia el consumidor son valores para proteger. Por lo tanto, el desafío, para las empresas e instituciones, será encontrar un equilibrio entre estos dos objetivos, evitando que el debate se reduzca a un choque ideológico y no muy productivo.