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¿Parejas felices? Tal vez el truco es ser espectacular juntos. ¿Lo haces?

¿Quién habría dicho que hablar de otros con la pareja podría ser una cura, todo para la relación? No estamos hablando de convertirnos en los “señores de los chismes” del condominio, sino de ese rito doméstico en el que, lejos de las orejas que se tratan, dos personas comentan sobre looks poco probables, frases incorrectas en el momento adecuado o pequeñas escenas vistas del almuerzo familiar. Según un estudio de la Universidad de California – Riverside, esta práctica puede aumentar la felicidad e incluso mejorar la calidad de la relación. En resumen, “comentarios” más compartidos, más armonía.

Trentotto minutos de chismes por día

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores siguieron a 76 parejas del sur de California, heterosexuales y homosexuales, pidiéndole a cada uno que use una pequeña grabadora. No, no fue para espiarlos (incluso si suena así), sino capturar piezas de conversación al azar en su vida cotidiana. Después de analizar las grabaciones, se supo que, en promedio, pasamos 38 minutos al día para hacer chismes. Y casi todo ese tiempo, precisamente 29 minutos, lo gastamos para hacerlo con nuestra dulce mitad.

Y aquí viene la gema: las parejas de mujer mujer no solo tienen el registro de los minutos de chismes, sino que también son las que declaran la más alta calidad de relación. Las parejas homosexuales, en general, informan más felicidad que las heterosexuales. Quizás porque saben que ciertos chistes, si se les dice a la persona correcta, valen más de mil “Te amo”.

Un pegamento emocional

En esta investigación, los chismes no han sido tratados como una cosa maligna. Puede ser positivo, neutral o negativo, pero su magia radica en el hecho de que se convierte en un código secreto. Al regresar a casa después de una fiesta, no hay nada más natural que intercambiar looks y frases presumidas en una voz sobre lo que hemos visto. Si el comentario es un poco ácido, el mensaje implícito es “yo y yo contra el mundo”; Si es cariñoso, el placer de la noche se prolonga.

Este intercambio crea un territorio emocional exclusivo, un área pequeña de Franca donde la complicidad se fortalece y se establece, sin siquiera darse cuenta, reglas y expectativas mutuas. Es como un juego de Ping Pong emocional: el otro responde, se relanza y al final salen más unidos … y tal vez incluso un poco más divertido.

Un hábito universal, pero no como lo imaginamos

Los mismos investigadores, hace unos años, ya habían disipado varios mitos: el chisme no es un “monopolio” de las mujeres, no aumenta con los bajos ingresos y no siempre es malo. Todos lo hacen, pero el tono cambia en función de la edad y la experiencia. Los jóvenes tienden a ser agudos, los adultos más diplomáticos.

¿Moral? La pareja de chismes es como la sal en la pasta: si se usa con el tamaño correcto, mejora los sabores y mantiene juntos los ingredientes. No hay necesidad de convertirse en detective del vecindario, solo tome esos minutos para reír, confiar y recordar que, al final, lo importante es ser “cómplices en el mismo equipo”.