Para la mayoría de las personas, escuchar una canción querida significa sentir el corazón acelerado y los fanáticos de la piel. Pero para alguien, cualquier melodía, desde el rock hasta el jazz, permanece sin significado emocional.
Una reciente revisión científica publicada en Tendencias en ciencias cognitivas Aclara que estos no escuchan problemas o “mal sabor musical”. La causa es una desconexión cerebral: el sonido llega correctamente al sistema auditivo, pero no puede moverse a las áreas que generan la sensación de recompensa. Este trastorno tiene un nombre preciso: anedonia musical específica, o una indiferencia selectiva a la música en personas sanas.
Los estudios muestran que aquellos que sufren de Aedonia musical tienen una audición normal y reaccionan con placer ante otros estímulos, como ganar dinero en un juego. En estos casos, el núcleo de los acibuentes, el centro nervioso del placer, se activa de manera normal. Sin embargo, cuando escuchan música, la actividad en esta área sigue siendo mínima, así como los parámetros fisiológicos (conductancia del corazón y la piel).
La investigación sugiere que el problema nace en la conexión entre la corteza temporal superior derecha y el núcleo de acumulación. No hay una carretera directa: las elaboradas señales musicales pasan primero por estructuras como la corteza orbitofrontal y la ínsula, verdaderas “tableros de ruta” que detienen el sonido lleno de significado hacia el circuito de placer. Si estas conexiones son débiles, la música pierde gran parte de su poder emocional.
El fenómeno también involucra la química cerebral: la dopamina y los opioides internos transforman la tensión y la liberación en emociones, especialmente en la música, donde las expectativas y la sorpresa se siguen instantáneamente después del momento.
Cómo identificar la anedonia musical
Para identificar el desorden, los científicos desarrollaron el cuestionario de recompensa musical de Barcelona (BMRQ), que mide cinco dimensiones de placer musical:
- Evocación emocional: capacidad musical para despertar emociones intensas.
- Regulación del estado de ánimo: uso de la música para administrar los estados emocionales.
- Recompensa social: beneficios derivados de conexiones sociales relacionadas con la música.
- La participación de los sentidos-motores de la participación en el tiempo de canto, baile o paliza.
- Investigación musical: deseo de descubrir una nueva música agradable.
Los que sufren de anedonia musical obtienen puntajes bajos en todas las áreas. El cuestionario, validado en varios idiomas, ha mostrado un amplio espectro de respuestas: desde la indiferencia total hasta el llamado Hyper-Edgésic, para el cual la música es esencial.
Según los estudios sobre gemelos, la predisposición genética explicaría hasta el 54% de la variabilidad en el placer musical, independientemente de la percepción de la entrada o de la sensibilidad general a las recompensas. Curiosamente, en algunos casos, el placer vinculado al ritmo, como el impulso de moverse, puede permanecer intacto, lo que sugiere que los circuitos de la época son más resistentes que los relacionados con la melodía y la armonía.
De la música a otros placeres
El neurocientífico Josep Marco-Pallarés explica que el problema no está en el mal funcionamiento del circuito de recompensa en sí mismo, sino en la forma en que interactúa con las áreas del cerebro que procesan estímulos específicos como la música. El mecanismo podría extenderse a otras áreas: cada sentido utiliza diferentes formas de alcanzar el centro de la recompensa, y la calidad de estas conexiones podría determinar a quien sienta placer por un postre, un abrazo o un trabajo de arte, y quién sigue siendo indiferente.
Algunos estudios de neuromodulación indican que estimular el circuito de recompensa puede aumentar el placer percibido en escuchar música. La pregunta sigue siendo abierta: ¿es el musical anedonia permanente o puede ser “capacitado” a través de la capacitación dirigida? Los autores también especulan escenarios inversos: las personas con el general Aedonia podrían mantener una isla de placer para una sola área, como la música. Y para los hiperédicos, el mismo puente que falta en algunos podría reforzarse más allá del promedio.