Los jardines del Reino Unido cubren una superficie total de 4.000 kilómetros cuadrados (una cuarta parte del tamaño de Gales) y comprenden aproximadamente entre el 24 y el 36 % de la superficie de las ciudades británicas. La rápida urbanización global está amenazando la biodiversidad, pero el último libro de Kate Bradbury, One Garden Against the World: In Search of Hope in a Changing Climate, muestra cómo incluso el jardín más pequeño puede contribuir a apoyar la vida silvestre: un poderoso recordatorio de que la acción individual puede generar colectivamente un impacto ambiental significativo.
Este fascinante libro desafía la suposición de que la conservación sólo puede ser eficaz en zonas rurales o reservas naturales. Los pequeños huertos urbanos –y, de hecho, pequeños cambios en la forma en que cultivamos– pueden proporcionar santuarios vitales para la vida silvestre.
Al relatar la evolución de su modesto jardín en Brighton, Bradbury hace que los conceptos, a menudo abrumadores, del cambio climático y la pérdida de biodiversidad sean tangibles para el lector. Al presenciar las luchas y los triunfos de su jardín (los momentos difíciles de perder libélulas debido a una sequía primaveral y la alegría de los primeros polluelos de petirrojo), llegamos a conocer personalmente el jardín de Kate y a sus héroes.
Con diferentes narrativas, los habitantes del jardín –como Doughnut, el rechoncho erizo rescatado, y los amorosos anfibios en amplexus (un abrazo de apareamiento en el que las ranas se sostienen unas a otras durante horas)– muestran cada uno su papel único en el intrincado equilibrio del ecosistema del jardín. Las gaviotas argénteas, por ejemplo, se convierten en símbolos de resiliencia, navegando por un paisaje urbano plagado de peligros. Los insectos polinizadores y su dependencia de plantas específicas resaltan la necesidad de alimentar a las abejas. Al destacar a estos animales, Bradbury inspira una apreciación más profunda de las criaturas de nuestros jardines que a menudo se pasan por alto.
El enfoque personal de Bradbury para contar historias puede actuar como catalizador del cambio, inspirando a los lectores a reconsiderar lo que hacen con su propio espacio verde, sin importar lo pequeño que sea. Mi investigación ha demostrado que crear una mini pradera de solo dos metros cuadrados puede aumentar de manera sustancial y rápida la abundancia y diversidad de abejas silvestres y otros polinizadores. Otros han demostrado la importancia de las estructuras amigables con la vida silvestre, como estanques y cajas nido para una variedad de animales urbanos. La jardinería para la vida silvestre también nos beneficia a nosotros, ya que aumenta nuestra conexión con la naturaleza y los beneficios para la salud y el bienestar que puede aportar.
Esperanza y acción
En junio, se celebró en Londres una de las mayores manifestaciones por la naturaleza jamás realizadas, en la que miles de personas se unieron a más de 350 grupos ambientalistas para pedir al gobierno que “restaure la naturaleza ahora”. Kate estuvo allí y yo también. Ese día fue un recordatorio muy necesario de que a muchas personas les importa nuestra vida silvestre y están dispuestas a tomar medidas para protegerla.
El libro de Bradbury también está impregnado de esperanza: una esperanza activa y decidida que canaliza su preocupación en acciones constructivas, como la creación de un grupo de erizos para alentar a su comunidad local a proporcionar un hábitat a estos animales en decadencia. Al igual que con sus vecinos, Bradbury nos insta a convertirnos en administradores de nuestros espacios verdes locales.
Si la perspectiva de transformar su jardín en un refugio para la vida silvestre le abruma, no tema. Kate nos cuenta por dónde empezar, desde acciones pequeñas como dejar agua para los animales hasta proyectos más complejos y que requieren más tiempo, como plantar un seto. Sus sugerencias de métodos alternativos de control de plagas, como atraer a las perezosas que se alimentan de babosas, fomentan el abandono de los pesticidas perjudiciales para el medio ambiente, en consonancia con una tendencia más amplia en la escritura sobre la naturaleza que comenzó con Primavera silenciosa de Rachel Carson, publicada por primera vez en 1962.
Esta obra fundamental concientizó sobre los peligros de los productos químicos tóxicos, mientras que escritores contemporáneos como Bradbury se centran no solo en las amenazas a la naturaleza, sino también en las medidas que las personas pueden adoptar para protegerla. Cavar un estanque, hacer una laguna para las moscas sírfidas, crear una pila de troncos: estas cosas no tienen por qué ocupar demasiado espacio ni costar mucho dinero, pero marcarán una gran diferencia para la vida silvestre, y el jardín de Kate es prueba de ello.
One Garden Against the World es un llamado a la acción para cualquier persona interesada en la jardinería, la conservación o el cambio climático. La narrativa cautivadora de Bradbury y sus consejos prácticos hacen de este libro una lectura esencial para los habitantes urbanos que buscan generar un impacto positivo. Su trabajo es especialmente inspirador para aquellos que podrían sentirse impotentes ante los desafíos globales, demostrando que un cambio significativo puede comenzar en nuestros propios jardines o espacios verdes locales. A través de su pequeño jardín, Bradbury demuestra que cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia, un jardín a la vez.
Elizabeth Nicholls, investigadora en ecología, Universidad de Sussex