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El estudio que explica por qué si naciste después de 1939 apenas vivirás hasta 100 años

Durante más de cincuenta años, la esperanza de vida ha crecido constantemente en la mayor parte del mundo industrializado. Pero hoy, según un nuevo estudio publicado en PNAS (Actas de la Academia Nacional de Ciencias), esta tendencia se ha detenido. El trabajo, coordinado por el demógrafo José Manuel Aburto del Instituto Max Planck para la Investigación demográfica, muestra que el crecimiento de la longevidad ha alcanzado una meseta y, en algunos casos, ha comenzado a disminuir significativamente.

Los investigadores analizaron los datos de 23 países industrializados, comparando diferentes técnicas de pronóstico. Los resultados son claros: para las generaciones nacidas después de 1939, el aumento anual de la esperanza de vida se ha reducido a más de la mitad, pasando de seis meses a solo dos o tres meses más por año de nacimiento.

El progreso del pasado no se repite: la mortalidad infantil ya es mínima, y ​​la antigüedad ya no impulsa la longevidad

Entre 1900 y 1938, el progreso de la salud, las vacunas, la difusión de antibióticos y mejores condiciones de acción higiénica habían permitido un rápido crecimiento en la longevidad. En ese momento, la esperanza de vida en países ricos pasó de 62 a 80 años en algunas generaciones. Hoy, sin embargo, esos margen de mejora están en gran medida agotados.

La mortalidad en los primeros años de vida ya está en mínimos históricos, e incluso si la medicina continúa progresando, las intervenciones en la tercera edad no tienen el mismo impacto estructural que tuvo las reformas de salud de principios del siglo XX. Por esta razón, según los datos recopilados por el estudio, los nacidos en 1980 con toda probabilidad no alcanzarán los 100 años, y ninguna de las cohortes analizadas tiene posibilidades realistas para exceder este umbral.

La desaceleración no es solo datos estadísticos. Los pronósticos sobre la longevidad son una herramienta clave para planificar sistemas de pensiones, políticas de salud e inversiones públicas. Si la vida promedio no crece como se esperaba, se necesitan nuevas estrategias: tanto para los gobiernos como para los ciudadanos que tendrán que revisar los ahorros y expectativas a largo plazo.

Las nuevas generaciones vivirán menos durante mucho tiempo y en una atmósfera más inestable.

En mayo de 2025, otro estudio, publicado en Naturaleza Y dirigido por el investigador Luke Grant, subrayó otra criticidad. Los niños nacidos en 2020 estarán expuestos, durante su vida, a un número mucho más alto de eventos climáticos extremos que las generaciones anteriores.

Utilizando modelos climáticos y demográficos, el equipo calculó que incluso si el calentamiento global estaba contenido dentro de 1.5 ° C, más de la mitad de los nacidos en 2020 experimentarán ondas de calor sin precedentes. Si el aumento es alcanzar 3.5 ° C, el porcentaje aumentaría al 92%.

Además del calor, las generaciones más jóvenes tendrán que enfrentar sequía prolongada, incendios forestales, inundaciones, pérdida de cultivos y otras crisis ambientales. El impacto será más pesado para las comunidades menos equipadas, que tienen menos recursos para adaptarse. Según los autores del estudio, es una verdadera injusticia intergeneracional: los nacidos en el siglo XXI contribuirán menos a las emisiones, pero sufrirán las peores consecuencias.

La combinación de la esperanza de vida estable y la crisis climática

Los dos estudios hablan de diferentes áreas, longevidad, por un lado, clima por el otro, pero llegan a una conclusión similar. Las generaciones más jóvenes se arriesgan.

En el siglo pasado, la idea de que cada nueva generación hubiera vivido más y mejor de lo que la anterior se ha extendido. Hoy, los datos cuentan otra historia: las ganancias en la salud y el bien, y de hecho son cuestionados por la creciente presión climática y el final del gran progreso de la salud del siglo XX.

Estos no son catástrofismo, sino análisis basado en datos concretos. Reconocer esta nueva realidad es el primer paso para repensar las políticas públicas, los sistemas de seguridad social, las estrategias ambientales y las elecciones individuales.