No hay una “manera correcta” de ser madre, debemos ir más allá de los prejuicios tanto en la forma en que juzgamos a las otras madres como en cómo nos evaluamos en el papel maternal.
A pesar de las muchas píldoras de sabiduría propuestas, hay madres que perciben las muy aclamadas “instinto maternal“Inmediatamente y otros que admiten que no lo perciben en absoluto. Pero esto no las hace menos madres que otras, menos correctas o menos responsables.
Porque ser madre va más allá de los prejuicios, convenciones, conformismos, ser madre es una experiencia sin duda única y especial pero diferente para cada uno de nosotros. No hay fórmulas correctas e incorrectas a pesar de los moralismos fáciles y obvios. Y ser madre, con todas las responsabilidades que implican voluntariamente o nolent, también enseña a ocultar algunos sufrimientos invisibles.
Aquellos que la madre elige no compartir con los niños cuando se encuentra sola y malinterpretada, y con mayor frecuencia de lo que cree, totalmente abandonada por la persona que, independientemente del fin de la relación, debería cuidar tanto a la descendencia.
O el sufrimiento que demuestra debido al juicio implacable al que las madres, en particular, están constantemente sometidas. La perfección es una ilusión poco saludable de nuestra sociedad, y las madres, a veces, son Sucúcubos, víctimas de modelos considerados ganadores y saludables solo porque cumplen con los estándares socialmente compartidos. Pero, ¿quién dice que la mayoría es correcta?
Solo una madre sabe lo que significa amar a sus hijos, incluso cuando se siente débil, frágil y mal entendida. Incluso cuando no corresponde al ideal de la madre socialmente aceptable. Solo una madre lo sabe.
Y no porque las mujeres que elijan diferentes caminos de la maternidad no son igualmente capaces de ellas, ciertamente lo son, sino solo porque una madre se encuentra, como tal, para enfrentar un mundo de prejuicios que lo desean de cierta manera, de acuerdo con ciertos esquemas y ciertas moral.
No hay una forma correcta de ser madre, cada una es de acuerdo con su propia experiencia y experiencias, respetamos a las madres y nos respetamos entre las madres, yendo más allá de los prejuicios.
La revolución silenciosa de la autenticidad materna
Este reflejo marca un punto de inflexión en el discurso público sobre la maternidad, proponiendo una revolución silenciosa pero poderosa: adoptar la autenticidad de la experiencia materna en todas sus facetas. Las madres de hoy están llamadas a recuperar la narración de su experiencia, liberándose del peso de las expectativas poco realistas. Dar la bienvenida a la imperfección no es un signo de debilidad sino de coraje, un acto de resistencia contra una sociedad que tiende a simplificar una experiencia profundamente compleja. Es precisamente en esta autenticidad que la verdadera fuerza de la maternidad contemporánea reside: una fuerza que no deriva de conformes a modelos externos, sino de reconocer y mejorar su camino personal.
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