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Calambres musculares: deja de culpar a la deshidratación, el estudio identifica otra causa

Durante años, los calambres musculares relacionados con la actividad física se han atribuido principalmente a la deshidratación o los desequilibrios electrolíticos. Sin embargo, una cantidad creciente de datos científicos cuestiona esta explicación, lo que indica una causa a menudo descuidada: las características mecánicas de los campos deportivos.

Según Michael Hales, profesor asociado de educación física en la Universidad Estatal de Kennesaw, el estado del campo puede tener un impacto directo en el esfuerzo neuromuscular y en el inicio de los calambres. Y también los atletas bien hidratados y nutridos no son inmunes, si compiten en superficies no familiares.

El vínculo entre los calambres de juego y los músculos: lo que sucede en el cuerpo

Durante el ejercicio intenso, la musculatura puede enfrentar una alteración en el equilibrio normal entre las señales nerviosas que regulan la contracción y la relajación. Los husos neuromusculares, que detectan la extensión de los músculos, aumentan la frecuencia de activación. Al mismo tiempo, se reduce la retroalimentación inhibitoria de los receptores del tendón de Golgi, ubicados en el punto donde el tendón se une al músculo.

El resultado es un cortocircuito en las señales nerviosas, lo que conduce a una contracción muscular involuntaria y compatible, o el calambre clásico.

Los estudios más recientes muestran que la rigidez y la elasticidad de los campos de juego pueden acelerar este esfuerzo neuromuscular. Si el cuerpo no está acostumbrado a las características del suelo, el sistema musculoesquelético se cansa más rápidamente, creando las condiciones ideales para los calambres.

En un estudio realizado por Hales y su equipo, surgió una diferencia del 13% en la actividad muscular entre corredores que entrenaron en campos con diferentes propiedades mecánicas. Otra investigación ha detectado un aumento del 50% en la activación de los músculos traseros del muslo (isquiotibiales) realizando los mismos ejercicios en diferentes superficies de hierba.

Además de los datos deportivos específicos, la biomecánica durante algún tiempo ha demostrado que las superficies del juego influyen directamente en la rigidez muscular, la carga articular y la amplitud del movimiento. Todos estos elementos afectan el esfuerzo muscular. En particular, los músculos biarticulares, como los femorales, son particularmente sensibles a estas variaciones, dada su función central en la carrera rápida y los cambios.

Prevenir los calambres con una adaptación dirigida a las superficies de la carrera

Si el tono puede afectar el esfuerzo muscular tan profundamente, es lógico pensar que la adaptación a estas superficies puede ayudar a prevenir los calambres.

Una idea interesante propuesta por los académicos es la creación de bases de datos regionales con información detallada sobre las características mecánicas de los campos de juego, por ejemplo en tenis o fútbol. De esta manera, los entrenadores y los preparadores atléticos podrían cambiar los planes de entrenamiento para simular las condiciones de carrera y, por lo tanto, reducir el riesgo de calambres relacionados con la novedad del terreno.

Imaginemos, por ejemplo, un equipo de fútbol que generalmente entrena en un campo suave, pero que luego debe jugar un juego en un terreno mucho más rígido. Si el entrenamiento no tiene en cuenta esta diferencia, los atletas podrían experimentar fatiga y calambres tempranos. Por el contrario, incluidos ejercicios específicos que simulan la activación muscular requerida por el campo tierno permitiría una adaptación progresiva del sistema neuromuscular.

El mismo principio se aplica al baloncesto: un equipo acostumbrado a jugar en un parquet nuevo y rígido podría beneficiarse de las sesiones de entrenamiento en pisos más desgastados o acolchados, similar a los que se encontrarán en los edificios opuestos.

La clave es la exposición gradual y sistemática a diferentes superficies, para acostumbrarse al cuerpo y reducir el riesgo de fatiga.

Hacia una prevención completa: no es suficiente hidratar

Aunque la hidratación y la nutrición siguen siendo fundamentales para el rendimiento deportivo, un enfoque más completo para la prevención de los calambres musculares también debe incluir la adaptación biomecánica a las superficies del juego, el uso de calzado adecuado y el análisis de la tracción.

A medida que la tecnología avanza, los biosensores portátiles siempre serán posibles para monitorear el esfuerzo neuromuscular en tiempo real. Combinado con herramientas de medición del suelo y modelos predictivos basados ​​en la inteligencia artificial, estos dispositivos podrían identificar el riesgo individual de calambres incluso antes de que ocurran.

Por lo tanto, los entrenadores y preparadores podrán adaptar las cargas de trabajo, realizar reemplazos específicos durante los juegos o incluso modificar, cuando sea posible, las características del campo.

La prevención de calambres ya no pasa solo por beber más agua o comer más plátanos. Gracias a la investigación y las nuevas tecnologías, es posible anticipar los riesgos, personalizar la capacitación basada en el campo y proteger la salud de los atletas, asegurando que estén listos y, en la mayoría de la forma, cuando realmente importa.