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Siempre has bebido vino de forma equivocada: aquí te explicamos cómo hacerlo correctamente, según los profesionales

Beber una copa de vino es un pequeño placer cotidiano, un momento de pausa que merece vivirse de la mejor manera posible. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dijera que es posible que lo hayas estado bebiendo “de manera incorrecta” hasta el día de hoy? No, no es una provocación: los profesionales del vino afirman que pequeños errores -desde la copa elegida hasta la temperatura de servicio- pueden comprometer la experiencia de degustación.

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Caroline Lips, de Tabl.com, una plataforma dedicada al mundo del vino añejo, sostiene que “beber vino debe ser una experiencia placentera, no una decepción”. ¿Y el secreto para evitar el temido sorbo insípido? Siga algunas reglas simples. No te preocupes: no necesitas convertirte en sumiller, pero algunos trucos pueden transformarte en un bebedor consciente.

El cristal importa más de lo que crees

Empecemos por el vaso. No, no basta con que sea transparente y limpio. Cada tipo de vino tiene su “hogar” ideal. Para el vino tinto, es mejor una copa grande: permite que el vino respire y revele todo su carácter. El vino blanco, en cambio, prefiere una copa más estrecha y larga, lo que ayuda a conservar el frescor y dirige los aromas hacia la nariz.

¿Alguna vez has bebido un tinto con mucho cuerpo en cualquier copa y te has preguntado por qué no estaba tan bueno como en el restaurante? Ahora sabes por qué. Y no, el vaso de agua no vale, ni siquiera en caso de emergencia.

Presta atención a la temperatura: la nevera no siempre es una buena idea

¿Sabías que servir un vino a mala temperatura puede arruinar su sabor? Sin embargo, es uno de los errores más comunes.

El vino tinto debe conservarse a temperatura ambiente, pero no servirse caliente. Déjalo enfriar un poco -mételo en el frigorífico unos veinte minutos antes de descorcharlo- y notarás la diferencia. Por el contrario, el vino blanco y el rosado deben servirse fríos, pero no fríos. Si están demasiado fríos, los sabores se esconden y se dispersan, como una conversación susurrada en una habitación ruidosa.

Aquí tienes un truco: saca la clara de la nevera 20 minutos antes de servirla, o utiliza una cubeta con hielo y agua para mantenerla a la temperatura adecuada mientras la bebes.

Nunca toques la copa (no eres una copa de champagne)

Otro error común tiene que ver con la forma en que sostienes el vaso. No lo agarres por la taza, como si fuera un vaso de cerveza. Tocar la copa con los dedos calienta el vino y altera el sabor. ¿El agarre correcto? Sujete el tallo con el dedo índice y el pulgar, dejando los otros dedos ligeramente sobre la base. Elegante y funcional: dos pájaros de un tiro.

Servir vino: una cuestión de estilo (y practicidad)

Admítelo: ¿cuántas veces has derramado vino y, en el proceso, inundaste el mantel? La técnica correcta es sostener la botella por la muesca en la parte inferior (esa pequeña depresión) y verter lentamente a lo largo del borde interior del vaso. No es necesario improvisar como camarero, pero con un poco de práctica te convertirás en un profesional.

Y recuerda: el vaso nunca debe llenarse hasta el borde. Deja espacio para que el vino gire y libere sus aromas, como una danza lenta pero intensa.

El aliento del vino tinto: una magia invisible

Esto no es un mito de las tiendas de vinos: el vino tinto realmente necesita respirar. Abrir una botella media hora antes de servir permite que el oxígeno ablande los taninos y libere los aromas más complejos. Si tienes prisa, puedes utilizar una jarra para acelerar el proceso, pero no te saltes este paso.

Una anécdota personal: una vez serví un Barolo sin dejarlo oxigenar. Un amigo experto me miró con desaprobación y pacientemente me explicó cómo un vino tan noble necesita “tiempo para contar su historia”. Lo escuché y la segunda copa fue una revelación.

El vino como experiencia.

Al final, el vino es mucho más que una bebida: es un viaje a través de sabores, aromas e historias. Seguir estas sencillas reglas no requiere grandes inversiones, pero te brindará una degustación mucho más satisfactoria.

Así que, la próxima vez que descorches una botella, tómate el tiempo para prepararla. No es sólo un vaso: es un momento que merece atención. ¿Qué pasa si te equivocas otra vez? No está mal: la belleza del vino es que siempre hay un nuevo sorbo que aprender. ¡Salud!